lunes, 13 de noviembre de 2017

YA TE EXTRAÑO

Pareciera que no hay nadie, ni una sola persona en mi entorno que pudiera terminar de entender la dimensión de este particular universo, la real situación que implica la atención del ser querido. Y es que todo se relativiza, todo se soslaya, piensan que exagero, que solo se quejarme.
Se da por sentado que las necesidades o el cuidado de mamá son temas temporales, de atención esporádica, que aun no requiere constancia, que con una visita fugaz o algún detalle ya está resuelto el asunto de la conciencia. Y yo que pensaba que en estos tiempos de quien se retira a sus cuarteles de invierno, cada uno de los suyos, su prole, estaríamos peleándonos por estar con ella, alternándonos, disputándonos su tiempo, su precioso tiempo, con agenda llena, llevándola de viaje o paseandola por mil lugares, teniéndola en las distintas casas, que tomaríamos como un privilegio el solo hecho de cuidarla. 
Si, ya sé las respuestas “cosas que atender”, “tengo una familia”, “no hay tiempo”, “estoy full”… es que acaso ¿ella dejó de ser nuestra cabeza familiar? ¿dejó de ser quizá una prioridad para nosotros? O tal vez creemos ver en ella alguien que aun es independiente o que está en su plenitud de facultades para quedarse sola o atender por si misma las situaciones más simples de su cotidianidad. Cepillarse los dientes, cambiarse de ropa, alimentarse ahora son rutinas que tienen que ser asistidas si o si, ya no las puede hacer siempre correctamente por su cuenta, se bloquea, se aturde, y el resto del tiempo se encierra en su mundo, divaga y te llama por otro nombre, todo el tiempo te llama por otro nombre. Canta o silba cuando está de buen humor o llora inesperadamente cuando la asalta la melancolía o se aflige confundiendo cualquier comentario como si la hubieran fustigado, se fustra cuando no encuentra las palabras para expresar algo que quiera decirte, intenta ser elocuente pero al no poder hacerlo se disculpa y parece avergonzarse.
Viejita linda, mi hijita, tan presente y tan ausente a la vez. Disfruto verte sonreir o bromear cuando creo que estas de vuelta con tu fuerte carácter y tu severidad, pero es solo un espejismo pues tu fragilidad lo invade todo, siento como si te consumieras y en mi intento por cuidarte o entenderte me consumo contigo.
¿Qué pasará por tu mente cuando te quedas ensimismada mirando a la nada? O ¿cuando engríes hablándole con tanta ternura a aquella muñeca tuya con sombrerito de paja sentada en tu mesita de noche? Vuelves a ser una niña, vuelves a ser dichirichera maestra jardinera, vuelves a ser mamá.
Me enfado con la vida, quiero hacer más, quiero traerte de vuelta y parece que solo puedo ser el brazo que te sostenga. Yo ya te extraño viejita, sé que caminamos hacía lo inexorable y ya te extraño, bajamos un especie de colina y la verdad ya me siento cansado de hacer la lucha, de hacerme al fuerte, y no es que pese, no siento que todo esto me pese; solo creí que el epílogo de una vida como la tuya debía ser una celebración a esa misma vida y sus caminos recorridos, una generosa cosecha de afectos, una comunión, un honrar tus años, tus arrugas y tu memoria viva, lo que representas como tronco principal de tu familia.
Lo dicho, no pesa, solo duele, que es distinto.



YA TE EXTRAÑO

Pareciera que no hay nadie, ni una sola persona en mi entorno que pudiera terminar de entender la dimensión de este particular univ...