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miércoles, 18 de marzo de 2009

HUANUQUENSES EN SU TINTA

No se ha equivocado el autor de estas líneas, la mala referencia es adrede y solo como un ejercicio tentativo de las formas que adopta nuestro idioma según sea donde estemos; el gentilicio apropiado y aceptado amplia y tradicionalmente refiere a los nacidos y adoptados por dicha tierra como huanuqueños o huanuqueñas según el género, -la denominación de ser un “pata amarilla” es un capitulo aparte-.
Cuando estos coterráneos se juntan es habitual hacerlo alrededor de una buena, inigualable y casi insustituible pachamanca generosamente marinada en fragancioso chincho y especias o en general alrededor de una abundante mesa que podrá ser desde un franciscano pero reparador caldo verde o un sustancioso Locro de Gallina, que para los no entendidos cabe aclarar que no es un guiso ni lleva zapallo sino es un caldo poderoso que aparte del ave referida lleva papas en gajos y un sofrito de cebollas, pimientos y ajíes cortados a la pluma. Será mejor aun si este grupo comparte un vinculo familiar estrecho, sin remilgos ni roles indistintamente estarán por la cocina y el comedor padres, hermanos, hijos, suegras, nueras, yernos, sobrinos y demás.
Imagínense además la mezcla de idiosincrasias y costumbres si además esta familia de huanuqueños y huanuqueñas guarda como componente genético un factor sanmartinense, según sea el motivo de reunión la identificación regional será par; si bien se trata de regiones geográficas colindantes y complementarias como lo dice el mapa, sin embargo guardan algunas diferencias a veces irreconciliables y en circunstancias digamos “normales” si no fueran una sola familia entre ellos estarían vacilándose del “sipis” o el “yá vuelta” o calificándose como “serranos” y “charapas” respectivamente. La mezcla es explosiva y de pronóstico reservado, pero a veces como en el caso de mi familia el resultado depara sorpresas y mixturas sorprendentes, un equilibrio ideal, entre el recato tradicional y la historia de tierras yarowillcas y el desenfado, riqueza y espontaneidad de la selva.
Mi casa y sus componentes socializamos a través de la comida, mi madre expresa su cariño y hospitalidad compartiendo su mesa y sus manjares, si invita a un extraño a compartir su comida es que esta persona ya se ganó su confianza; si quiere agasajar a uno de sus hijos o nietos preguntará que es lo que quieres comer ese día y se esmerará en el regalo para los sentidos. Gordita ¿cuando preparas un pye de maracuyá o tus insuperables tamales envueltos en hojas de achira?.
En casa hemos aprendido el buen comer pero también el buen hacer o eso que se llama tener mano en la cocina, cada uno tiene sus especialidades y lo disfrutamos cuando se comparte la tarea de la preparación, ya sean cosas tradicionales de nuestras tierras o pongamos en la mesa platos lejanos, o simplemente los reinventemos, sobra decir que el disfrute es mejor desde los previos con chelitas o con vino de por medio.
Todo este preámbulo es para referirme a lo que para mi ha sido una de las reuniones familiares mas emotivas y felices que alcance a recordar, sucedió a fines del último octubre, poco antes que mi viejito pidiera chepa con la salud. Nos motivó que un día previo se inaugurara con éxito la muestra de pinturas “Proyecto Camalónidas” de mi sobrino artistazo que funge de nómada en busca de sus sueños en tierras lejanas; ese fue el pretexto para que mis padres y casi toda su prole nos reuniéramos en casa de uno de mis hermanos y aunque no hubo pachamanca ni juanes la mesa fue generosa como siempre y como nunca, alternamos y calentamos con actividades que incluyeron un campeonato relámpago de ping pong entre los que no teníamos tarea en la cocina, probamos cervezas de todo el mundo y terminamos haciendo Karaoke y cantando indistintamente “Flor de Azalea”, “Flaca”, “Puerto Montt”, o “La senda del tiempo”; antes, nos sentamos a la mesa generosa, de fondo calentaron motores Los Panchos y Bareto con sus versiones ska cumbiamberos de Juaneco y su Combo, un pequeño carnaval en suma.

Sentarse a la mesa y hacer los brindis fue la ocasión de renovar nuestros afectos y decirnos cuanto nos queremos y cuan orgullosos estamos de ser la familia que somos. Como pocas veces esos brindis dieron lugar a pequeños discursos y reflexiones de cada uno de los que estábamos ahí, fue divagar en esos afectos y dar gracias a la vida y sobre todo a Dios por permitirnos el gran privilegio de estar juntos, de tenernos a la mano para darse un abrazo, de tomarse el hombro y preguntar si todo esta bien, o pasarse la ensalada y agregarse en la copa mas tinto Cadozos de Zamora o rosé Tabernero de Ica.
Como no sentirse felices, como no hacer un recuento de cómo nuestro hogar fue mudando su ubicación geográfica pero que siempre ha mantenido ese calor irremplazable y que cada uno de nosotros intenta recrear ahí donde se encuentre. Como no sonreir viendo toda la herencia viva de que gozamos, al final aunque veamos platos vacíos y sin respeto por las reglas del idioma diremos que estamos bien comidos, bien brindados, bien queridos, satisfechos como no más.

viernes, 14 de noviembre de 2008

ATURDIDO







Si tengo que describir mi estado de ánimo en estas últimas semanas esa sería la palabra mas aproximada y quizá mas descriptiva de cómo me he estado sintiendo: Aturdido. He pasado del estrés del trabajo a la expectativa de reencontrarme con uno de mis sobrinos queridos y sus nuevas pinturas; he tenido la cena familiar mas intensa que recuerde con excepcional tinto Cadozos y generoso rosé Tabernero y hasta karaoke incluido; he hecho mucha catarsis consumista; he comido demás; deje de ir al gimnasio so pretexto que me habían robado las zapatillas y la mochila; he subido y bajado de aviones y he tomado mucho café a veces sin discutir y sin analizarme; reventé la tarjeta de crédito; y he estado al igual que toda mi familia con el corazón en la mano y el alma en vilo cuando a la medianoche de un jueves mi hermano desde Huánuco me comunicaba que papá en Lima tuvo que ser llevado de emergencia al hospital, su presión se había disparado y una taquicardia con ínfulas de pre-infarto nos puso a todos en jaque. Desesperación hasta el llanto, impotencia de estar tan lejos, aunque el propio viejito se encargaría de poner paños fríos a la situación haciendo bromas a las enfermeras en los momentos mas críticos “¿señorita estoy en el cielo?, No señor ¿por que dice eso?, esta en la sala de emergencia. Ah, como veo tanta chica bonita, tanto angelito, yo pensé…”.
He compartido mucha vida estos últimos días, compartí los auriculares del móvil para escuchar con él la música que mas nos gusta, desde soundtracks de películas a las gaitas de Hevia o los Celtas Cortos; vimos ocultarse el sol desde el séptimo piso de sus cuidados intensivos o intermedios del Hospital Rebagliati y adivinamos la ubicación de nuestra casa identificando a lo lejos las edificaciones vecinas.
Las circunstancias de estos días me pusieron a mi mismo en un segundo lugar poniendo énfasis en buscar el bienestar de quienes me rodean, los viejitos siguen discutiendo por cosas simples pero los veo felices de estar uno al lado del otro, mis hermanos conversan mas, hasta el clima parece ir mejorando, también he vuelto a verle la cara -literalmente- a Tobías Hemingway luego de su paso por la veterinaria y su buen corte de pelo y garras y baño de por medio; pagué mis deudas del mes, en síntesis, debí responder igual a todas mis responsabilidades y compromisos aunque no estuviera al 100%; y luego he tenido que volver a subirme a un avión rumbo a mi selva/celda laboral, pero esta vez ha sido diferente, ha sido otra sensación, cual metáfora ha sido un paseo por las nubes y aunque no me haya dado cuenta por completo y hayan muchas tareas pendientes, he renovado energías, he renovado afectos.
He estado “aturdido” pero me alegra decir que hoy no lo estoy tanto, y escuchando la voz de mi conciencia maorí ayer volví a sacar mi motocicleta, hacerla rugir, ayer volví al gimnasio, anoche dormí mejor que un bebé; definitivamente me siento mejor y eso me reconforta.

YA TE EXTRAÑO

Pareciera que no hay nadie, ni una sola persona en mi entorno que pudiera terminar de entender la dimensión de este particular univ...