jueves, 30 de julio de 2009

DIA DE IRSE


Que queda en esta vida sino soñar tan solo un poco; soñar, dejarse llevar por los pensamientos; yo que hice todo lo encomendado, que cuidé tanto el fuego e hice el sustento, que paseé al perro, que amé, sonreí, que entregué el alma y expuse confiado ese músculo magnífico que impulsa y lleva vida roja a todo mi cuerpo.


Confesé cada emoción, abracé cuanto pude, bailé e hice mía cada canción que llegó a mis oídos; hice toda la tarea, quizá hice demasiado, el mensaje muy claro, sin preguntas, sin más; dominé la fórmula que no existe, tomé todos los riesgos, y sin embargo, a la vez también tomé todas las precauciones, todas.


¿Donde estuve todo este tiempo que no me di la oportunidad de errar? de disfrutar una salida del camino, de un día sin ducharme ni la presión de un cruel reloj, de diferenciar un día del otro, de hacer de un día cualquiera un perfecto día normal.


El día de irse puede ser cualquier día de estos o de aquellos, será un momento no escogido ni planeado, será la conjunción de muchas cosas o la sucesión de algunos acontecimientos menores y mayores, un momento en que habré de estar en medio del trayecto de un sino artero e incompasivo, momento en que se reirá de mi el futuro y me hará reproches sin reservas el pasado soñador dibujante de planos, espectros y abstracciones.


El día de irse puede ser cualquier día, sin adioses de por medio, sin balances ni cierres, un instante, un momento apenas, una imperceptible instantánea fugaz y efímera, un punto de quiebre que no detendrá ni por un milésimo de segundo el curso del mundo ni el andar de nadie, de absolutamente nadie, y es que formar parte de todo es a veces formar parte de la nada, ajeno al conjunto, outsider sin contradicción.


El día de irse puede ser cualquier día, el día que menos me lo proponga, el día menos planificado, el día en que deshacer mis pasos signifique remontarse a ningún lado o el de haber llegado sin llegar, en que Itaca sea por fin un destino inesperado.


El día de irse tiene que ser cualquier día, tiene que ser cualquier momento de coraje o de extraña redención, de impulso, o de recuperación de la conciencia, el golpe de timón vital para eludir lo sinuoso y lo esquivo.


Así, he de convencerme que el día de irse no tiene que significar necesariamente tener que irse, sino simplemente un día de alcanzarme a mi mismo y de poder llegar.

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(*) "Camino certero a la derecha" (Óleo - Erick Miraval)

miércoles, 1 de julio de 2009

MAMÁ OSA, LA ÚLTIMA MATRIARCA

98 años de vida no son poca cosa, no pasan en vano. Quien haya vivido esa cantidad de tiempo bregando constantemente puede considerarse no solo un testigo sino protagonista de la historia de toda una comunidad.
La historia de la Familia Cárdenas es equivalente a hablar de la historia misma de Bellavista, que es hablar de pioneros y de hombres y mujeres ilustres.
Un recodo a orillas del Huallaga en el gran paraíso sanmartinence ha sido escenario de la historia y vida de ésta emblemática mujer de gran carácter ROSA AURORA CÁRDENAS RAMÍREZ: maestra, esposa, madre, abuela, bisabuela, tatarabuela, madrina, señora de señoras, ciudadana ilustre, matriarca elemental en todos sus años de vida, la Mamá Rosa por excelencia.
Querida y respetada, formó e inició junto al recordado Papá Justo una prole vasta bajo la conjugación López-Cárdenas, imprimió su sello y su presencia en la vida de cada uno de ellos, a su manera y a su modo siempre pendiente de su bienestar y sus necesidades, presente en cada nacimiento.
Quien lo diría, tras ese rostro serio y de suma rigidez había una personalidad locuaz con un gran sentido del humor capaz de las chanzas más inesperadas, sino recordemos cada uno de nosotros algún sobrenombre del que nos haya hecho blanco, del que casi ninguno ha escapado; mi gordura infantil le inspiró llamarme “pollo gordo”, solo siendo ya adolescente pude tomarme la revancha devolviéndole el favor rebautizando su robustez, su nombre y su mal genio como: “Mamá OSA”, algo que ella me consintió siempre con beneplácito y una sonrisa pícara de complicidad.
Mi “Mamá OSA”, mi abuela Rosa fue así, sorprendente y admirable en todas sus facetas, autoritaria si, sobria, seria e inquebrantable pero con gran sentido del humor; directa y mordaz en sus opiniones pero generosa, desprendida y tierna en sus afectos –a veces selectivos-.
Mamá Rosa cierra hoy el inevitable círculo de la vida y se encuentra ya junto a Papá Justo su gran compañero de vida, junto a su Mamá Verónica, junto a los otros fundadores y pioneros de Bellavista. Con Mamá Rosa se va quizá la última matriarca de ese pueblo maravilloso, se va una parte de su historia viva y latente, para eternizarse en nuestra mente, alma y corazón.
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(*) Fotografía tomada en Laguna Viña del Río, Huánuco - Año 1968
(**) Fotografías de Bellavista: Jorge Gómez y López

YA TE EXTRAÑO

Pareciera que no hay nadie, ni una sola persona en mi entorno que pudiera terminar de entender la dimensión de este particular univ...