
Se
da por sentado que las necesidades o el cuidado de mamá son temas temporales,
de atención esporádica, que aun no requiere constancia, que con una visita fugaz o algún detalle ya está
resuelto el asunto de la conciencia. Y yo que pensaba que en estos tiempos de quien
se retira a sus cuarteles de invierno, cada uno de los suyos, su prole, estaríamos
peleándonos por estar con ella, alternándonos, disputándonos su tiempo, su
precioso tiempo, con agenda llena, llevándola de viaje o paseandola por mil lugares, teniéndola en las distintas casas, que tomaríamos como un privilegio el solo hecho de
cuidarla.
Si,
ya sé las respuestas “cosas que atender”, “tengo una familia”, “no hay
tiempo”, “estoy full”… es que acaso ¿ella dejó de ser nuestra cabeza familiar? ¿dejó de
ser quizá una prioridad para nosotros? O tal vez creemos ver en ella alguien que aun es independiente o que está en su plenitud de facultades para quedarse sola o atender
por si misma las situaciones más simples de su cotidianidad. Cepillarse los dientes, cambiarse de ropa, alimentarse ahora son rutinas que tienen que ser asistidas si
o si, ya no las puede hacer siempre correctamente por su cuenta, se bloquea, se aturde, y el resto
del tiempo se encierra en su mundo, divaga y te llama por otro nombre, todo el tiempo te llama por otro nombre. Canta o silba cuando está de buen
humor o llora inesperadamente cuando la asalta la melancolía o se aflige
confundiendo cualquier comentario como si la hubieran fustigado, se fustra
cuando no encuentra las palabras para expresar algo que quiera decirte, intenta
ser elocuente pero al no poder hacerlo se disculpa y parece avergonzarse.
Viejita
linda, mi hijita, tan presente y tan ausente a la vez. Disfruto verte sonreir o
bromear cuando creo que estas de vuelta con tu fuerte carácter y tu severidad,
pero es solo un espejismo pues tu fragilidad lo invade todo, siento como si te
consumieras y en mi intento por cuidarte o entenderte me consumo contigo.
¿Qué
pasará por tu mente cuando te quedas ensimismada mirando a la nada? O ¿cuando
engríes hablándole con tanta ternura a aquella muñeca tuya con sombrerito de
paja sentada en tu mesita de noche? Vuelves a ser una niña, vuelves a ser dichirichera maestra
jardinera, vuelves a ser mamá.
Me
enfado con la vida, quiero hacer más, quiero traerte de vuelta y parece que
solo puedo ser el brazo que te sostenga. Yo ya te extraño viejita, sé que caminamos
hacía lo inexorable y ya te extraño, bajamos un especie de colina y la verdad
ya me siento cansado de hacer la lucha, de hacerme al fuerte, y no es que pese,
no siento que todo esto me pese; solo creí que el epílogo de una vida como la tuya debía
ser una celebración a esa misma vida y sus caminos recorridos, una generosa cosecha
de afectos, una comunión, un honrar tus años, tus arrugas y tu memoria viva, lo
que representas como tronco principal de tu familia.
Lo
dicho, no pesa, solo duele, que es distinto.
2 comentarios:
Primo realmente un gran mensaje de reflexión. Eres un gran hijo, creo que todos mis primos son grandes hijos, solo que no priorizan y agradecen a la mamita. La responsabilidad es de todos los hijos primo. Un gran abrazo por tu gran actitud y cariño que le demuestras a tu mamita. Pero tienes que darte un tiempo para ti. Sino a veces algo que uno hace por que es un derecho de querer ver bien a la mamá, los demás asumen que es la obligación de una sola persona.
Muy bonito!
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