lunes, 22 de diciembre de 2008

RebeQUITA

(Sábado 20/Diciembre/2008)
La última imagen que tengo grabada en mis retinas de la persona hermosa de quien hablo es una que tuvo como marco una tarde soleada de principios de noviembre, fue en los días de convalecencia de papá, y una de esas tardes en que me quedaba conversando de todo con él. La imagen que me ronda tuvo la interacción inocente de personajes situados -en la línea de la vida- en el extremo opuesto de la niñez, una nonagenaria lúcida, sabia y cariñosa acompañada de mis primos-hermanos, mi madre y mi hermana, allá abajo, al inicio del corredor de techo tubular transparente del ex Hospital del Empleado, allí, a lo lejos y tan cerca a la vez, sus figuras diminutas agitando los brazos para que siete pisos arriba el octogenario hacedor de mis días pudiera verlos y agitara el brazo derecho libre de sondas y catéteres como respuesta a su saludo.
Ahora que lo pienso –y aunque en ese instante no reparara detenidamente en el detalle- me pareció verla cansada, satisfecha sí de haber podido ir a ver a su hermano hospitalizado; mientras quienes la acompañaban ya habían ubicado la ventana de la habitación en la que minutos antes estuvieron, ella parecía hacer esfuerzos infructuosos por identificar el objetivo visual de su saludo con manito temblorosa en alto, igual lo hizo, igual sonrió, igual regaló a su hermano ese gesto de mujer hermosa pequeñita de pelito corto cano. Unas horas antes al llegar y darle yo el encuentro en la entrada de cuidados intermedios -donde debíamos alternarnos los horarios de visitas restringidas-, me tocó escucharla decir el sobrenombre que me gané con ella de tanto que no iba a visitarla “tu no eres Tin, tu eres ingraTIN”, pero igual, siempre tenía para mi un gran beso y abrazo tierno de esos que solo pueden darte ella, Luchin, Milka o Genoveva por que te recuerdan o parece que también te abrazara Mamá Vica, algo de eso hay en cada uno de ellos.
Hoy me entero que el corazón de Rebequita, mi querida Tía Quita, me entero que su corazón cansado, ese dínamo feroz que ante las emociones, alegrías o tristezas galopa, se emociona, se descontrola y desboca; me entero que hoy hizo un esfuerzo final hasta detenerse.
Reflexionaba hace poco en estos últimos días sobre lo que son los ciclos que cumplimos en nuestras vidas, sin embargo, cuanto cuesta asimilar una partida, cuanto cuesta decir adiós sin que te tiemblen tanto las piernas. A partir de hoy, quererte será hacerlo en otros planos de nuestra existencia, te veré agitando los brazos y sonriendo para nosotros, aunque también caeré en la cuenta que ese día en esa imagen ya me estabas diciendo adiós.
Que descanses Rebequita, que descanses tía preciosa.

4 comentarios:

Francisco Araniva dijo...

La Tía Rebequita ya descansa en paz Manfredo, hoy sólo nos queda la imagen y el recuerdo de sus hechos como los que tu compartes.

Anónimo dijo...

Sé lo que se siente, se experimenta, se vive, con la pérdida de un ser querido. Solo se aprende asimilarlo con el tiempo. Acuerdate que la vida misma son "ciclos son etapas". Un abrazo.

Mario David

Anónimo dijo...

Realmente emocionada al leer tu nota sobre Quitita, igual pasó con papá, y si... tienes razón se despidió de ti. Fue una buena niña como dijo papá en su discurso, una linda jovencita, una abnegada esposa y una amorosa abuela, era una digna hija de Mamá Vica.

MANFREDO ESCRIBE dijo...

A veces es necesario tomar distancia –distancia de tiempo y espacio- para poder asimilar ciertas cosas, un duelo en este caso; la tía Quita es uno de esos seres que se hacen querer casi de forma automática, como lo reseñé y aunque suene como suene, ella y sus hermanos tienen un don de gente extraordinario, los quieres a rabiar, es inevitable. Días de por medio, pasadas las coincidencias de las fiestas de navidad y año nuevo que tuvieron el halo de tristeza por la ausencia física de QUITA, podemos seguir con nuestras vidas con ese replanteamiento del tablero y fichas de este ajedrez que es la vida misma, ahí vamos. Gracias Francisco por tus palabras; Mario David, tenías razón, con el tiempo de por medio se asimilan hasta los tragos mas amargos, no nos queda mas que asimilar estos ciclos como cuando se fue Alejita, un fuerte abrazo; Ross, me alegra tanto que Papá sobreponiéndose a su propio dolor asuma su papel de hermano que da calma y conforta a sus hermanas; y, un abrazo grande a mis queridos primos y sobrinos lectores, gracias por seguir el blog.

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